miércoles, 10 de julio de 2013

EL SOCIALISMO LATINO QUE SE DERRUMBA


El asertivo análisis de Hugo Becerra, nos muestra, el atardecer de un sistema, que gana espacios en base a las clases mas humildes, levantando inclusive, odios entre clases, para, al final, entrar en un franco declive continental y mundial.



No corren buenos tiempos para América Latina. El descenso en el precio de las materias primas (petróleo, cobre, alimentos…) y la ralentización en el crecimiento de China, que había impulsado las economías de varios países de la región, significará que Latinoamérica dejará de estar en el mapa de las regiones privilegiadas por los flujos de capital e inversiones, durante los próximos meses por lo menos. O años. Aunque no toda Latinoamérica sufrirá igual. Países como México y Colombia, y tal vez Chile y Perú podrían tener un mejor desempeño que, por ejemplo, Brasil o Argentina, razonando su menor dependencia de los llamadoscommodities. Considérese a este respecto, el triste escenario que se cierne sobre Venezuela: Al inicio de una grave crisis económica como la que viene sufriendo, los precios del petróleo venezolano descendieron por primera vez en muchísimo tiempo a menos de 100 dólares por barril. Augurio de los tristes tiempos que se acercan para Venezuela..

Pero otros proyectos latinoamericanos también languidecen: Por los conflictos irresueltos entre sus miembros, Mercosur se debate entre la reforma radical o su posible desaparición, tras poco más de veinte años desde su creación. Al respecto, Domingo Cavallo, el influyente ex ministro argentino de Economía, alertaba apenas este fin de semana, de que la “crisis” que atraviesa el Mercosur podría desembocar en la “desintegración total” del bloque. Por otro flanco, son cada vez más acusados los signos de irrelevancia del Mercosur en la economía global y muchos analistas comienzan a coincidir en que con miembros como Argentina y Venezuela, y en cierta medida Brasil, no se va a concluir ningún acuerdo importante con Mercosur; sobre esto, recuérdese que el bloque lleva 14 años negociando un TLC con la Unión Europea. Competidores más ágiles, pragmáticos y previsores, le empiezan a tomar la delantera.

En tanto, el grupo de países conocido como BRICS, en el que tantos países latinoamericanos vieron una guía, viene experimentando la misma suerte de irrelevancia gradual que el Mercosur. Las tasas de crecimiento de sus miembros han comenzado a precipitarse, mientras que algunos otros países del Sur –México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía– parecen igualarlas. También viene siendo remota la posibilidad de que el BRICS continúe siendo un grupo que se reúna regularmente con supuestas políticas comunes. A este respecto, la posible presentación de los postergados estatutos del Banco del BRICS en su próxima Cumbre de 2014, marcarán el derrotero del grupo, al que por ahora pocos le desean lo mejor: En las relaciones de los países BRICS con sus propios vecinos (o no tan vecinos), escuchamos constantes y crecientes quejas de que éstas se asemejan mucho a los modos como el viejo Norte se comportaba con el Sur.

Y si muchos de los proyectos económicos de Latinoamérica empiezan a resbalar, otro tanto sucede con sus proyectos políticos, tipo UNASUR o CELAC, que no han atinado siquiera, por ejemplo, a proceder con una mínima seriedad en relación a la crisis de legitimidad del gobierno venezolano, al que han servido más bien de cobertura, como cómplices, actuando así incluso de manera más lamentable que la OEA, lo cual ya era difícil de por sí. Por lo demás, el simple hecho de que la dictadura militar cubana sea el representante de las democracias latinoamericanas reunidas en la CELAC, habla del enorme fracaso de esta iniciativa. Adicionalmente,la nueva derrota del ALBA y del presidente ecuatoriano en particular, en su sempiterno propósito de desfondar al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, al no ser respaldadas sus propuestas de nuevos dignatarios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la reciente Asamblea de la OEA, habla del lento ocaso de esta iniciativa, que pretendió pasar impunemente por encima de libertades y derechos. En tal sentido, esta es una derrota que debería alegrarnos a todos.

¿Será casualidad que los proyectos latinoamericanos que fracasan sean, en buena medida, los del intervencionismo, el estatismo desbordado, los del irrespeto sistemático al Estado de Derecho, el proteccionismo, el temor a la competencia y al espíritu emprendedor? Quizá no. Quizá estaba en sus genes. Al respecto, sólo confróntese cualquiera de estos proyectos con el éxito que aún sigue siendo el TLCAN, que el próximo año cumple 20 años desde su instauración, o la historia de logros que viene siendo el DR-CAFTA. Pero no debieramos alegrarnos en exceso por tantos proyectos trastabillantes: En tanto no sean sustituidos por la concreción de sociedades abiertas, competitivas, respetuosas de garantías, creadoras de riqueza, América Latina no abandonará su situación de ser, en buena medida, la sumatoria de tantos sueños arruinados.

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