domingo, 28 de julio de 2013

Cartes y el Mercosur




Hay que entender que la diplomacia es la ciencia de las negociaciones. Y también que la disciplina del derecho no se limita al litigio. Con la actual Teoría de la Justicia, su función es precisamente la resolución de los conflictos. Y con el fin de que la sociedad, nacional o internacional, sea bien ordenada.

Estas premisas no justifican las arbitrariedades cometidas con la exclusión política provisoria del Paraguay. Ya está instalada suficientemente en el organismo subregional la realidad de que con la injusta medida se violaron el Tratado de Asunción y los principios internacionales de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados.

Es más, con la “intervención” de facto, la normativa en los instrumentos jurídicos del Mercosur, en relación al respeto del pluralismo, ya tendrá el carácter de un imperativo categórico. Y en virtud de ello, el Paraguay podrá retornar –siempre de conformidad con su decisión soberana– con importantes reivindicaciones, para mejorar su integración y las condiciones para superar sus asimetrías.

Son las cuestiones prioritarias en las que se debería pensar, y las que tendrían que figurar, con la adecuada especificidad, en la agenda de gestión relativa a los 100 primeros días del gobierno del presidente Cartes.

Se supone que, en cumplimiento de nuestra Constitución, el Congreso deberá prestar su acuerdo sobre la incorporación de Venezuela. Respecto al rompimiento del “consenso” tal vez habría que insistir en la necesidad de renovar la doctrina de su inviolabilidad. Y en que la ampliación de la membresía tendría que valorarse más en cuanto a los aportes que puedan significar los Estados y países, antes que en los transitorios gobiernos. Más aún cuando en el proceso de globalización tienen mayor peso los bloques regionales que la individualidad de las naciones.

A propósito, el Paraguay no puede estar ausente de las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, las que en los próximos meses arribarían a acuerdos comerciales y de cooperación de inédita trascendencia para los intereses de los países miembros de la subregión.

Este prospectivo avance ya requeriría decidir sobre nuestra participación, considerando la importancia de ello para el aumento del valor y del volumen de nuestras exportaciones, para la afluencia de las inversiones y la ampliación de las cooperaciones destinadas a nuestra industrialización y a la transferencia de conocimientos en ciencia y tecnología.

En materias vinculadas a la intrarregión, vitales para nuestra integración, conectividad e inserción en los corredores bioceánicos, no bastarán las relaciones bilaterales. Y acaso estas no mejorarán sin nuestro retorno gubernamental al Mercosur. De modo que racionalmente habrá que reflexionar sobre lo que exige nuestra mediterraneidad, la colaboración siempre indispensable para el dragado y la navegabilidad de nuestros ríos, para nuestras conexiones viales y ferroviarias que están en plena ejecución. Obras en que casi nada hicimos y que en adelante deberán ser parte de nuestras prioridades.

Fuera de las actitudes emocionales y hasta ideológicas, son todavía dudosas nuestras ventajas comparativas en las contingentes opciones de alejarse y de asociarse a la Alianza del Pacífico, incluso la preferencia por el Tratado de Libre Comercio (TLC). La asociatividad empresarial y productiva, más la complementariedad, las hidroeléctricas, las preferencias arancelarias y el comercio en general en el marco del Mercosur, objetivamente pesan más.

Y tras las reivindicaciones de rigor, convergentes con nuestra dignidad, el regreso podría convertirse en oportunidades para una más fecunda y efectiva participación, en aras de nuestro desarrollo. Desafío ineludible que afrontará el próximo gobierno.

Fuente: Ultima Hora

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario es bienvenido

El Terere, Todo está aqui