lunes, 22 de julio de 2013

Francisco un Papa de derecha




La visita que ayer inició el papa Francisco en Brasil se considera más que un viaje religioso. Y más que un viaje simplemente histórico. Se ha llegado a decir que puede incluso cambiar la historia. La importancia de la visita radica no solo en que es el primer papa latinoamericano que visita el continente desde donde lo llamaron para dirigir a la Iglesia de Roma. Ni tampoco en que se trata de una visita al país con mayor número de católicos del mundo, con sus 130 millones de creyentes. O porque llega a un continente de mayoría aún católica, pero cuyos fieles están perdiendo terreno día a día a favor de los evangélicos o de los agnósticos
La importancia del viaje a Brasil es que desde el gigante sudamericano, potencia emergente, Francisco pretende pergeñar una nueva visión no solo de una Iglesia que vuelve a sus orígenes de pobreza, sino de una sociedad que está viviendo bajo las garras de un modelo económico que ensancha la exclusión. No en vano, el viaje a Río está siendo parangonado con la histórica visita en 1979 de Karol Wojtyla, el primer papa polaco de la historia, a la Varsovia comunista.

En aquel momento se dijo que Juan Pablo II había sido escogido pontífice para luchar contra un comunismo que impedía las libertades y boicoteaba los derechos fundamentales imponiendo una dictadura atea de izquierdas. En aquel primer viaje a Polonia, Wojtyla gritó contra el comunismo que pretendía “excluir a Cristo de la historia”. Y más tarde sería Mijaíl Gorbachov quien agradecería al papa polaco “su ayuda para hacer caer el muro de Berlín”.

Francisco llega a un continente, el suyo, para gritar no contra los que pretenden excluir a Cristo de la historia. Aquí no hay dictaduras que encarcelan a los cristianos, ni comunismos estalinistas que impiden las libertades fundamentales de los ciudadanos.

Lo que existe son las políticas neoliberales o populistas teñidas de socialismo que siguen creando pobres: en Europa, personas sin trabajo; en Sudamérica, pobres también en educación, en asistencia médica, alejados de los valores que crean inclusión en la sociedad. Lo que puede hacer que este viaje “cambie la historia”, como lo hizo Wojtyla en Polonia, es que ayude a convertir esta realidad en políticas de inclusión y de igualdad de oportunidades. “La sociedad política solo resistirá si la satisfacción de las necesidades humanas se convierte en nuestra vocación”, escribió Francisco.

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